los festejos recuerdan mucho más a cultos paganos que a un rito cristiano. En Irlanda, por estos días todo es verde y trébol, el maquillaje, la lencería erótica, las vidrieras, los pubs y las carnicerías, y el feriado nacional se extiende incluso hasta el lunes para recuperarse de la ingestión etílica.
Gerry Smyth, editor de The Irish Times, explica que "tras la hambruna de 1845, los irlandeses emigraron masivamente. Hoy se calculan 50 millones de descendientes en EE.UU; el 33% de la población total australiana, y grandes colonias en Canadá, Sudáfrica, Nueva Zelanda y también Argentina. Muchos se asimilaron a las culturas que los hospedaban, y es así que, con o sin antepasados irlandeses, comenzaron a celebrar".
La reputación irlandesa de tener aptitudes extraordinarias para la cerveza negra cobró adeptos internacionales. Kevin Higgins, un escritor y periodista de 46 años, agrega: "Los irlandeses, tradicionalmente, somos gente muy amigable, muy musicales—el arpa está en el escudo nacional—, y cantar, recitar poesía y contar historias son parte de la vida cotidiana incluso entre la gente de menores recursos".
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